jueves, 9 de enero de 2020

EL LENGUAJE RADIOFÓNICO

RESUMEN:
El siguiente escrito recopila la información de diferentes investigaciones sobre la radio, su lenguaje y los componentes que la integran, la forma en que se combinan entre sí para emitir un mensaje claro, sencillo y de preferencia para un público determinado, las diferentes formas de llegar a este, tales como la programación que emite debido a un análisis previo, el uso del discurso radiofónico para llegar al oyente incluso en un nivel emocional, que despierte su imaginación y la participación continua con su audiencia.

ABSTRACT:
The following writing gathers the information of different investigations on the radio, its language and the components that integrate, the way in which they combine with each other to emit a clear, simple message and preference for a certain public, the different ways to reach this Stories such as the programming that he broadcasts due to a previous analysis, the use of radio speech to reach the listener even on an emotional level, which awakens his imagination and continuous participation with his audience.

TÉRMINOS CLAVES:
radio, programación radiofónica, lenguaje radiofónico.

KEY WORDS:
radio, radio programming, radio language.

INTRODUCCIÓN:
La radio ha sido desde siempre un medio que impulsa al oyente a imaginar, esto sucede gracias a la buena utilización de sus elementos, de los cuales va a depender el éxito de la programación.

Gracias al lenguaje radiofónico la radio puede crear, transporta al oyente a otros escenarios, generando sentimientos y sensaciones en este. Todo lo que puede ser expresado con palabras puedes ser transmitido por este medio, es por eso que trata de incitar al dialogo para la solución de los problemas presentes en la sociedad y es por eso que es la radio el medio sonoro por excelencia. Constantemente la radio nos sumerge en un vaivén de contenidos que genera en nosotros el que queramos estar pegados a la programación que oportunamente produce. En cuestión de minutos, la radio empapa a sus oyentes de alegrías y de tristezas, de sonrisas y de lágrimas, de ilusiones y de desengaños, de optimismo y de pesimismo, y, por qué no, de todo aquello que pase por su imaginación cada vez que escuchan una voz, una música o un silencio.

DESARROLLO DE CONTENIDOS:
La naturaleza de los medios de comunicación exige que sus contenidos dedicados al entretenimiento ofrezcan opciones creativas y pedagógicas de aprovechamiento del tiempo libre, bajo una noción de ocio distanciada de la deformación que muchas veces sufre la palabra cuando se le quiere relacionar con tiempos muertos ("matar" el tiempo), improductivos e inútiles. En este sentido, los medios de comunicación han encontrado otra relación con el entretenimiento: la cultura, concepto que en los medios involucra expresiones estéticas y manifestaciones artísticas tradicionales y contemporáneas (músicas, literatura, artes escénicas, visuales, plásticas y gráficas). En este horizonte, la radio, al igual que los otros medios de comunicación, es un agente de educación continua, en cuanto contribuye a la formación integral del individuo durante sus tiempos de ocio (tiempos de no trabajo, de no clase, de descanso); el ocio se recontextualiza y puede concebirse como un "paradigma creativo cultural", que se caracteriza por ser parte fundamental de la comunicación humana actual (Percebal 2000). La radio es formadora de corrientes de opinión, de valoraciones, de estéticas y enriquece la información de grandes sectores de la población.

Para Marin Arango (2004), la radio se ha posicionado como un medio que acompaña de manera agradable al escucha durante la utilización de su tiempo, y aquí encontramos una particularidad del medio, este tiempo no es necesariamente el tiempo libre o el tiempo del ocio, corresponde, por lo general, a otras actividades que los oyentes desarrollan de manera simultánea al acto de escuchar, tales como laborar, conducir, leer, dialogar. (p. 80)


La radio, no es un medio absorbente, por el contrario, le da la libertad a su audiencia de hacer y pensar mil cosas en compañía de esta, ya que propicia la libertad de actividades diversas sin interrumpir a la gente.  Cada radio tiene su propia personalidad y forma un perfil en base a la programación que ofrece, la cual esta direccionada en función de un eje central. Diseña sus espacios en relación a la programación que desea mostrar. Se trata de la cara de la emisora. Lo que tienen todas las radios en común aun con personalidades distintas, es que desarrollan o explotan en el oyente el factor imaginativo. Generan un sentido de intimidad con el oyente. Es una fuente de entretenimiento e información, gracias a la transmisión y recepción instantánea.

Elsa Moreno (2005)  nos dice que, la radio, como cualquier otro medio de comunicación, ofrece diferentes tipos de contenidos cuya ideación y organización en el conjunto de la programación puede atender a formas de comunicación diferentes, no sólo la informativa. La actuación radiofónica de la emisora se concreta en una definición de radio y un modelo de programación determinado. (p. 64)


Por su flexibidad, la radio es capaz de adaptarse a cambios de programación más rápido que cualquier oro medio y propicia la libertad de actividades diversas sin interrumpir a la gente, cosa que no es común en otros medios masivos. La programación radiofónica determina el ser de la radio. Se entiende por programación radiofónica a lo que produce la radio y sale al aire. Según Muñoz y Gil (1986, p.87), es la previsión de los programas que van a ser emitidos durante un tiempo determinado a través de una emisora de radio.


En el universo radial, esta sumerge al oyente en un espacio sonoro, que despierta sensaciones y emociones en este. Llena de alegrías y tristezas, de sonrisas y lágrimas, de ilusiones y desengaños la experiencia del oyente, despertando a la vez la imaginación en estos, con la ayuda de la voz (o el lenguaje de los humanos), la música (o el lenguaje de las sensaciones), los efectos sonoros (o el lenguaje de las cosas) y el silencio. Estos últimos son los cuatro componentes del lenguaje radiofónico, aunque en un medio sonoro por excelencia como es la radio hablar de silencio pueda resultar contradictorio, hay que tener en cuenta que el silencio es también un sistema de signos, en tanto que cuando se utiliza en radio goza de significado, significante e intérprete. De los cuatro componentes del lenguaje radiofónico, es la palabra la que, sin duda, domina en el proceso creativo, muchos autores han llegado a calificarla como la “columna vertebral” del lenguaje radiofónico. Así, la música, los efectos sonoros y el silencio se acaban convirtiendo en meros elementos de refuerzo del lenguaje verbal.

Armand Balsebre (1994) define a este sistema como “el conjunto de formas sonoras y no sonoras representadas por los sistemas expresivos de la palabra, la música, los efectos sonoros y el silencio, cuya significación viene determinada por el conjunto de los recursos técnico-expresivos de la reproducción sonora y el conjunto de factores que caracterizan el proceso de percepción sonora e imaginativo-visual de los radioyentes”. Pero el lenguaje radiofónico no es únicamente la palabra; han sido casi siempre profesionales del periodismo radiofónico o investigadores de la radio como un medio de información periodística, quienes han defendido esta reducida capacidad expresiva del lenguaje radiofónico como un simple sistema semiótico de la palabra. El denominador común de los componentes del lenguaje radiofónico es, ante todo, su ilimitada riqueza expresiva y su gran poder de sugestión. Por eso, utilizando sólo la voz, o sólo la música, o la voz y la música, o la voz y el silencio, o todas las materias primas a la vez, podemos lograr que el oyente visualice en su mente un paisaje, recree un movimiento, sienta miedo, se entretenga o se aburra, ría o llore, calle o grite... Porque en el universo sonoro radiofónico todo es posible. 


Hacer radio es definir y producir cotidiana y sistemáticamente la programación que le da vida a una emisora y que, por tanto, alimenta un tipo de relación de comunicación con una audiencia determinada. Distintas radios tienen, entonces, distintas personalidades. Pero las radios, en general, presentan características y potencialidades que les son comunes. Sin embargo, no todos los formatos que se encuentran en la programación radiofónica muestran un mismo nivel de intervención de la palabra, un programa musical debe valorar la presencia de la música por encima de la de la palabra, mientras que en un informativo el discurso verbal será el que predominará. Tan grave es considerar como radio a la sola emisión de música, como las emisoras que solo creen en la palabra hablada, sin hacer uso de otros recursos sonoros. José López Vigil (1997), nos cuenta que “lo que sale al aire, lo que se produce en la radio, es lo que comúnmente conocemos como programación radiofónica”, además define cuatro tipos básicos de programación: la total (de todo para todos), la segmentada (de todo para algunos), la especializada (de algo para algunos), y la llamada radio de formato. Cuando la radio opta por determinado perfil, opta por unos públicos y no por otros y al mismo tiempo decide si la programación será total o especializada, si se estructurará en mosaico, bloques o continuo.}

El lenguaje radiofónico es efímero, se inscribe en el tiempo o sea que es irreversible. Si no fue captado y entendido el oyente se desconecta, dado que el receptor está ausente, no puede controlar la velocidad de la emisión, ni puede pedir que se le repita lo que no entiende “La programación es un ser vivo, se mueve. Los programas nacen, crecen, se reproducen (o te los copia la competencia) y mueren o mejor, son matado”. Una vez que la gente se acostumbra, resulta molesto andar moviendo el horario de un programa. Por eso, no se precipite para fijarlo. Investigue cuál es la mejor opción para su público preferencial. Después, no cambie la hora a no ser por razones de buen peso, explica López Vigil sobre la importancia de la buena programación.  El lenguaje radiofónico para ser pedagógicamente eficaz, tendrá que ser: Interesante y captar la atención del oyente, aprovechar el poder de sugestión del medio, estimulando la imaginación del preceptor, suscitando imágenes auditivas, desplegar una gama de recursos expresivos, valiéndose no solo de la palabra, sino que también de la música y los sonidos, crear una comunicación afectiva, que no solo hable al intelecto, si no que convoque también la sensibilidad y su participación emotiva, desarrolle la capacidad de empatía, haciendo que el radioescucha se sienta presente en el programa y reflejado en él.

El diseño de una programación es una labor sumamente importante, que amerita investigación, reflexión, discusión y acuerdo dentro de un equipo programador. Romeo Figueroa nos indica, que la función de la programación está centrada en prestar un servicio diverso, respetuoso y dinámico a un público que ya no se conforma con la música de fondo y los programas pasivos que se originaron en la primera época de la frecuencia modulada. El reto de la radio consiste en que un director de programas sea capaz de centrar su interés en el mundo del espectáculo y el de la información, que propicie nuevas alternativas de servicio a la sociedad y abra nuevos horizontes en el servicio al aire, por eso debe cumplir varios aspectos como: establecer una imagen institucional, la calidad de la programación y el posicionamiento de esta.

Cuando un locutor de radio o el hablante de radio solo hace uso de su capacidad verbal y de las características del medio, lleva a cabo un acto exclusivamente fonético, al transmitir un anuncio, al describir y enunciar, cuando el locutor lee las noticias, es probable que esté dando un paso más y entonces busque una respuesta, para lograr un efecto: comprar o usar un producto o servicio; advertir, informar. El locutor, como observador de los hechos y puente entre ellos y la audiencia, puede hacer presente a ésta en lo que narra, hacerse creíble y provocador de las fantasías. El hablante de radio es también un oyente, y eso más o menos lo comprende el que lo improvisa, pero a los que escriben para la radio se les olvida muchas veces usar un código escrito, para ser leído y no un lenguaje oral para ser escuchado. La concepción del lenguaje en la radio suele ser escrito y no oral. Se quiere manejarlo y programarlo desde el código escrito y no desde el habla. Los textos se escriben sin respetar o sin recordar que serán leídos en voz alta y en presencia de nadie, y que, al mismo tiempo, deberán ser oídos, escuchados, percibidos, recibidos, asumidos, por seres humanos, que están en otra parte y que quieren dialogar con él. Su base es el lenguaje coloquial, familiar, cercano, y por esa razón se queda en la mente y el alma del oyente. La radio es un medio que nos convoca, nos llama y, aunque lo hace personalmente, en forma íntima, somos muchos, una comunidad social la convocada por el mensaje. El oyente no está aislado, ni solo, aunque sí es único. No es solamente miembro de un grupo social; es uno y parte. Desde que la radio participa en la construcción de la historia y la cultura de la gente han ido ocurriendo muestras de inclusión por parte de ciudadanas y ciudadanos que, apreciando su rol individual y colectivo, van ubicándose en espacios de dominio propio.

En la radio, los mensajes tienen un componente semántico y un componente estético. Por un lado, el aspecto semántico, correspondiente a un repertorio de signos normalizados universalmente. Por otro lado, el aspecto estético, es decir, la expresión de las variaciones que la señal puede sufrir sin perder su especificidad; estas variaciones constituyen un campo de libertad que cada emisor explota de manera más o menos original. El mensaje es la suma de ambas informaciones: semántica y estética.

Hacer radio es establecer comunicación, crear sentido común. Es considerar al receptor como un interlocutor; por que la radio provoca en la audiencia una relación personal gracias a la cualidad del sonido, que hace posible que quien escuche recree el mensaje de acuerdo con su experiencia, sus vivencias, su historia. Aunque el sonido es por esencia provocador de la imagen, terminó siendo devorado por ella. Imposible no ver, posible no oír. Sordos de sí mismos y de los otros, los hombres de hoy cambiaron las orejas por los ojos, pero como diría Pascal Quignard (1998) "las orejas no tiene párpados", no se pueden cerrar como los ojos y es por ello que el mayor poder de la memoria siempre será sonoro. Por eso el lenguaje radiofónico es flexible y permite expresar casi cualquier cosa, porque apela a la imaginación y a la buena voluntad del que escucha. Los locutores y todos los hablantes de la radio tienes, aun sin saberlo asumirlo, la responsabilidad del uso social de la lengua, ya que buena parte de la población no tiene más con ella que lo que escucha por radio y televisión; el uso personal, cotidiano, como todos sabemos, es reducido, repetitivo, obvio; se limita a lo doméstico y a los amplio espacios de silencio en los cuales viven. Y esto lo recalcan Alfonso Blanco y Pilar Fernández (2004) al explicar que “a radio es, ante todo, palabra y por ello, el cuidado y respeto hacia ella se hace totalmente necesario. Ante el micrófono es importante lo que se cuenta, pero también como se cuenta. Por ese motivo el discurso radiofónico se enriquece gracias a las múltiples posibilidades combinatorias de las diversas fuentes sonoras que se utilizan, ya sean de la misma naturaleza (varias voces) o de naturaleza distintas (voz, música y efectos).Y en esa mezcla heterogénea hay un enriquecimiento doble: por una parte la naturaleza particular de cada fuente favorece la heterogeneidad estética y de contenidos, y, por otra parte, la alternancia de elementos genera ritmo de forma automática. La comunicación ciudadana, alternativa o comunitaria es un claro ejemplo del uso del lenguaje radiofónico y de la radio en sí, ya que no puede existir si no es en función de la dinámica social en la que se desarrolla. Es en la relación que establece con su audiencia y en el proceso de participación comunitaria, que se justifica la razón de ser de su experiencia de comunicación comunitaria. No existe una fórmula mágica para la sostenibilidad integral de los medios comunitarios, sin embargo, sus tres componentes –social, institucional y económico– deberían tomarse en cuenta para lograr un equilibrio que permita no solamente la supervivencia sino el desarrollo de los procesos de comunicación participativa.

CONCLUSIONES:
El lenguaje radiofónico no es solo hablar (palabras), se constituye además de sistemas expresivos, tales como: la música y efectos sonoros ya mencionados. Una correcta utilización de este le permite al emisor la construcción de productos radiofónicos más creativos y es que el lenguaje radiofónico posee una ilimitada riqueza expresiva  y un gran poder de sugestión.
La radio siempre encuentra la forma de mostrar nuevos contenidos de manera creativa. Va moldeando el mensaje de tal forma que llegue a ser comprendida por la mayoría.
La radio posee un lenguaje sin límites ni barreras, capaz de llegar al oyente a través de la adecuada transmisión de mensajes, los cuales deben tener en equilibro dos componentes muy importantes: el semántico y el estético. Y añadiendo una programación atrayente, que cumpla con las expectativas de la audiencia, se logrará una adecuada participación de esta misma. Por este motivo, el locutor de radio tiene una gran responsabilidad con su audiencia, al transmitirle todos estos mensajes de forma clara y sencilla, con un adecuado uso de la lengua y de sus demás elementos.

REFERENCIAS:


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  • Jaimes D. (2012). Sintonía digital: transforma tu netbook en un estudio de radio. 1° ed. Buenos Aires: Educar S.E.
  • Marín. A.O. (2004). Cap. 5. La Radio. En Comunicación y escuela: orientaciones para la incorporación, usos y apropiación de los medios de comunicación en las instituciones educativas de Bogotá (77-91).
  • Moreno M.E. (2005). Las “radios” y los modelos de programación radiofónica. En Comunicación y Sociedad, vol.XVIII, núm.1. Ed. Servicio de Publicaciones de la Universidad de Navarra  (61-111)
  • Percebal J.M (2000). Medios de comunicación y educación en la sociedad del ocio. En Pérez T.M. Comunicación y educación en la sociedad de la información. Barcelona: Paidós, Papeles de Comunicación.
  • Quignard, P. (1998). Eladio a la música. Editorial Andrés Bello
  • Ramírez B.D. (2018). Un viaje de sonidos por el mundo de la radio universitaria en internet. En Valencia R.J  Pensar, hacer y proyectar la radio universitaria en Hispanoamérica. Edtitorial Pontificia Universidad Javeriana.
  • Romo, C. (1997). El lenguaje seductor de la radio. Zacatecas, 7.
  • Soengas, X. (s.f.). El discurso radiofónico. Particulares de la narración sonora. Prisma, 101-127.
  • Vigil, J. I. (1997). Radialistas Apasionados. Quito: Artes Gráficas Silva.
AUDIO DE ENTREVISTA:

ORGANIZADOR GRÁFICO:

VIDEO ILUSTRATIVO PROPIO: 

TAREA 1 - SEMINARIO DE TESIS

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